EL USO DEL LENGUAJE PARA ENCUBRIR LA BARBARIE GENOCIDA

La impunidad de los crímenes más atroces se ha encubierto por quienes además de ejercer el poder y el dominio de la fuerza, detentan la hegemonía de la enseñanza y controlan la información. “La solución final a la cuestión judía”, fue el eufemismo utilizado para enmascarar la exclusión social y la discriminación de los judíos con miras a su exterminio. La atrocidad genocida con la que finalmente en forma sistemática y premeditada se exterminó a más de seis millones de judíos, sin contar al elevado número de víctimas de otros grupos minoritarios, como disidentes políticos, homosexuales, testigos de Jehová, gitanos romaníes, limitados físicos y enfermos mentales.

9/17/20231 min read

La manipulación de la información para minimizar las verdaderas intenciones genocidas es un referente histórico. Los perpetradores enmascaran la verdad con términos suavizantes, a la vez que manipulan la propaganda y controlan la educación influyendo en la conciencia de los niños con enseñanzas antisemitas. En el imperio nazi se enseñó a los niños alemanes a leer y a escribir repitiendo frases antisemitas veladas en un patriotismo radical e irracional.

La concientización de la supuesta condición subhumana de aquellos con quienes días antes se compartía la escuela, se leía en la misma biblioteca y se cenaba en los mismos restaurantes, y con quienes se convivía en el mismo vecindario. Además de difundir la condición infrahumana del pueblo judío en panfletos y periódicos con caricaturas y frases emblemáticas plasmadas en las cartillas escolares, la calidad de víctimas del exterminio se justificó atribuyéndoles falsamente la condición de enmigos. Calidad para la que nada importaba el porqué sino el cómo. La sola reiteración de ese mensaje de odio, como si la repetición de una mentira por mandato de quienes informan y educan, convirtiera en verdad lo indemostrable. La irracionalidad e injusticia de la barbarie no se pueden morigerar con lenguajes ni discursos malintencionados. Ese tipo de “anestesia lingüística” no tiene la virtualidad de matizar la verdad cruda.